Sunday, June 29, 2008

100 posts, 100...

100 Most Influential Books Ever Written (English)

100 Places To See Before You Die (English). En la imatge, l'arc de Triomf de París / En la imagen, el arco de Triunfo de París / Arch of Triumph, in Paris (pictured) /Arc de Triomphe de l'Etoile, Paris.

Los 100, un ránking de las personas más influyentes en la historia

The Time 100 (English)

Top 100 Public Intellectuals (English)

Saturday, June 28, 2008

Fin de semana en el Maestrazgo

Corroborando la máxima de un conocido movimiento ciudadano, Teruel no sólo existe, sino que reúne un vasto patrimonio natural y cultural que bien merece una visita. A continuación, se detallan una serie de sugerencias para conocer, en dos días, los principales atractivos de la comarcas del Bajo Aragón y del Maestrazgo o Mestrat, situada a caballo entre las provincias de Teruel y Castelló.

Si se accede a la zona desde Catalunya, la N-420 ofrece al visitante la posibilidad de admirar, en la localidad homónima, el castillo de Mequinenza (siglos XIV-XV), de origen musulmán, así como el embalse del mismo nombre. A continuación, tras transitar durante más de media hora por zonas totalmente despobladas, con la única excepción de Fraga (no en balde, Teruel es la segunda española con menor densidad de población, tan sólo superada por Soria), se llega al municipio de Alcañiz, la segunda localidad turolense de mayor importancia. Pese a sus dimensiones —apenas supera los 15.000 habitantes—, esta población concentra algunos edificios de notable interés artístico. Entre ellos, destacan la colegiata de Santa María, de fachada barroca y torre gótica; la Lonja, de imponentes arcadas góticas; los conventos de los franciscanos, carmelitas y dominicos y la sede del Ayuntamiento (iniciada en el siglo XIV), de estilo mudéjar y renacentista. Pese a todo, la construcción más remarcable de Alcañiz es su castillo-convento, sede de la orden de los calatravos desde 1179 y posible residencia del monarca Carlos I. Reconvertido en palacio en el siglo XVIII y habilitado en la actualidad como Parador Nacional de Turismo, conserva muestras de arquitectura románica, gótica, renacentista, plateresca y barroca. El castillo conserva un interesante campanario-sacristía, una capilla y un claustro del siglo XIII, la torre llamada de Lanuza y la torre del homenaje, de forma trapezoidal. El interior de esta última alberga una valiosa colección de frescos francogóticos del siglo XIV, en los que se reproducen escenas de la conquista de Valencia liderada por el rey Jaume I. Desde las habitaciones del Parador, se puede disfrutar de magníficas vistas sobre las llanuras del Maestrazgo.

Tras la comida, vale la pena recorrer los 65 km que separan Alcañiz de una de las localidades castellonenses más bellas: Morella, capital del Maestrazgo, inscrita en el Camino Jacobeo y declarada Conjunto Monumental de Interés Nacional. Fundada en la edad de bronce y poblada sucesivamente por íberos, romanos, visigodos y árabes, se convirtió en uno de los escenarios de la Reconquista en el siglo XI, a manos de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. A su vez, acogería más adelante batallas de las guerras de Sucesión, Independencia y carlinas. De su perfil, sobresale la imponente puerta de la muralla que da acceso al núcleo urbano y su castillo, ubicado sobre el promontorio de la Mola. Mención aparte merece la iglesia Arciprestal de Santa María la Mayor (foto), construida en el siglo XII y jalonada por dos estilizados pórticos góticos del siglo XIV: la puerta de los Apóstoles y la Puerta de las Vírgenes. El altar mayor, de estilo churrigueresco, es obra de Pablo Pontons y Jerónimo Espinosa. También resulta recomendable pasear por la calle de Blasco de Alagón, de bellos soportales que retrotraen a otro tiempo, y por su pequeña judería. En la actualidad, se está llevando a cabo una campaña de recogida de firmas para respaldar la candidatura de Morella a ingresar en la lista del Patrimonio Mundial. A su vez, la localidad acogerá en breve un nuevo Parador de Turismo.

Antes de acabar la jornada, los amantes del séptimo arte tienen la oportunidad de visitar el pueblo natal del genial cineasta Luis Buñuel: Calanda, sita a unos 20 km. de Alcañiz. Tanto este municipio como Alcañiz integran, junto con Albalate del Arzobispo, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda y Urre de Gaén, la afamada Ruta del Tambor, imprescindible si se viaja durante la Semana Santa.

Al día siguiente, resulta totalmente aconsejable visitar otra localidad turolense declarada también Conjunto Histórico-Artístico: Calaceite o Calaceit, a la que se accede desde Alcañiz por la N-420 (dirección Barcelona). Sus atractivos más reseñables son su iglesia parroquial del siglo XVIII, con una notoria fachada barroca flanqueada por columnas helicoidales o salomónicas, los porches de la plaza de España, los parteles barrocos de San Antonio y del Pilar, su casa consistorial (siglo XVI), de estilo tardogótico, y el Museo Juan Cabré, dedicado a la arqueología.

A tan sólo 1 km, se alza una de las muestras de iberismo del Bajo Aragón: el poblado de San Antonio. Pese a sus más de 2.000 años de antigüedad, el antiguo asentamiento aún permite distinguir los restos de una antigua cisterna, la base de una torre de vigilancia semicircular, restos de muralla y, sobre todo, vestigios de las viviendas. Éstas eran de planta cuadrangular, estaban adosadas y constaban de dos pisos, aprovechando los desniveles naturales del terreno.

Finalmente, para quienes regresen a algún punto de Catalunya, se recomienda tomar la carretera comarcal C-221 y visitar el pueblo de Batea, localidad que ofrece uno de los cascos históricos más remarcables de su comarca, la Terra Alta. Dentro de la llamada Vila Closa (o intramuros), se pueden admirar calles porticadas (como la de los Cavallers) y partes de la antigua muralla (como el Portal de l’Àngel). No muy lejos de ahí, en Gandesa, se erige el Celler Cooperatiu (de 1919 y estilo modernista) y, a 1 km de Tivissa, se pueden visitar algunas de pinturas rupestres, aunque su estado de conservación resulta más bien precario.

Friday, June 27, 2008

El origen de las lenguas europeas

Sin duda, el panorama lingüístico que domina el territorio europeo desde el Atlántico hasta los Urales resulta realmente heterogéneo. Sin embargo, ya en 1808, Friedrich Schlegel puso el énfasis a las enormes similitudes que existen entre las diferentes lenguas europeas. Pese a todo, sería el filólogo germano Franz Bopp (1791-1867) quien aportaría la prueba definitiva de esta supuesta génesis común, a través de su obra Gramática comparada del sánscrito, zenda, armenio, griego, latín, lituano, antiguo, eslavo, gótico y alemán (1833-1852). Por la época en que Bopp sacó a la luz este trabajo, la preocupación historicista constituía una cuestión capital, tanto al ámbito de la lingüística como en el seno otras disciplinas. Quizás fue este dinamismo aquello que impulsó la búsqueda de una filiación detallada y de una descripción histórica de aquellas lenguas que, a posteriri, serían denominadas indoeuropeas.

Durante muchos años se creyó que estas lenguas, así como los pueblos que las hablan, tenían su origen a la India. Desde allí se habrían desplazado en Europa. Sea como fuere, la concepción que domina en la actualidad sitúa sus orígenes en una región comprendida entre la estepa central asiática y el sur de Rusia, y en las proximidades de la región originaria de la familia de lenguas uralo-altaica, familia con la que las lenguas indoeuropees están emparentadas. Su dispersión tendría lugar durante el neolítico. Así, hacia el 2000 a.C. ya se habrían escindido los diferentes grupos lingüísticos que constituyen esta familia de lenguas (Siguan, 1996: 15).

En la actualidad existe un consenso entre los lingüistas a la hora de distinguir entre nueve y diez grupos principales. Los tres primeros son grupos de lenguas que sólo se han hablado en Asia y que, por lo tanto, quedarían fuera del ámbito geográfico que nos ocupa: se trata del tokhari (actualmente desaparecido y conocido a partir de unos textos anteriores al siglo X que han sido encontrados al Turquistán), el indoiraní (que abarcaría lenguas antiguamente habladas, como por ejemplo el sánscrito), el persa antiguo, el avéstico y, en nuestros días, el hindú o bengalí, el urdú y el hitita.

Con respecto al marco europeo, los grupos principales, según Siguan (ibídem) son los que siguientes:

1) Baltoeslavo, con dos subgrupos principales: el báltico (lituano y letón) y el eslavo. Dentro de éste, se cuentan el eslavo antiguo y una serie de lenguas eslavas actuales divididas en dos subgrupos: a) meridional (búlgaro, serbo-cruzado y esloveno); b) oriental (ruso o gran ruso, bieloruso o ruso blanco, ucraniano o pequeño ruso; y c) occidental: checo, eslovaco y polaco.

2) Ilírico, que tiene como representante actual el albano.

3) Germánico, con los siguientes subgrupos:
  • Gótico. Era la lengua hablada por los godos antes de que adoptaran el latín. Actualmente está extinguida, pero quedan algunos fragmentos en la Biblia de Ulfilas, del siglo IV. Dentro de esta rama, también encontramos el vándalo y el borgoñón.
  • Nórdico, que incluye las lenguas escandinavas: danés, noruego, sueco e islandés.
  • Anglosajón. Abarca el old English, usado por los anglos y los sajones establecidos en las islas británicas a partir del siglo V dC. Este ha sido el origen del inglés actual. También se cuenta en este bloque el alto alemán (es decir, el antiguo alto alemán, empleado en Alemania meridional y embrión del alemán actual), el bajo alemán (que comprende el antiguo bajo alemán y antiguo sajón hablado al norte de Alemana, y que ha dado pie al frisón y al neerlandés).

4) Helénico. Históricamente, podemos distinguir el griego micénico, el griego helénico (con sus formas dialectales), el griego bizantino y el griego moderno.

5) Céltico, con dos subgrupos: el céltico continental (en el cual se ubica el galo empleado en la Galia, ya extinto) y el céltico insular, del cual proceden posiblemente el bretón y el gaélico, en todas sus formas: irlandés, escocés y manche (hablado en la isla de Man).

6) Itálico. Abarca las lenguas osco-umbrias a la península itálica, y entre ellas el latín (o lengua del Lacio). De éste proceden las lenguas neolatinas que se hablan en la actualidad: francés, español, italiano, portugués, gallego, provenzal u occitano, catalán y rumano.

Si bien las lenguas indoeuropeas, tal y como recoge Xavier Luna (1998), se convirtieron en hegemónicas en el Viejo Continente, en Europa, también han quedado islotes lingüísticos conformados por lenguas derivadas de otras familias lingüísticas. Son las que ahora se indican:

1) Familia uralo-altaica, a la que pertenecen también las lenguas turcas, y que en Europa está representada por el grupo fino-húngaro: finlandés, húngaro y estonio.

2) Familia caucásica, conformada por lenguas que se hablan al Cáucaso. La más conocida es el georgiano.

3) Familia semítica. Incluye el maltés (hablado en Malta).

4) El vasco. Es posible que sea anterior a la llegada de los pueblos indoeuropeos. No se le conoce ningún vínculo lingüístico, aun cuando ha sido relacionado con las familias caucásicas. Sin duda, el vasco, por su condición de lengua prerromana, constituye un caso excepcional de pervivencia.

Convendría recalcar, por otro lado, que el hecho de que buena parte de los europeos hablen lenguas con orígenes comunes implica que, en algún momento de la historia o de la prehistoria, los pueblos que las hablaban habían integrado una unidad biológica y cultural. Esta herencia, pero, ha ido diversificándose a lo largo de los siglos, de tal manera que hoy resulta inviable identificar los vestigios que apuntan hacia esta unidad primitiva.

Los orígenes comunes de las lenguas europeas han cristalizado, además, en unos rasgos gramaticales comunes y en ciertos parecidos semánticos. No obstante, es evidente que esta similitud no resulta suficiente a la hora de permitir un cierto grado de intercomunicación entre dos hablantes de sendas lenguas europeas. Y a su vez, no hay que obviar que los siglos de convivencia han multiplicado los contactos entre las lenguas europeas y las influencias mutuas, de tal manera que se puede decir que ha tenido lugar una cierta convergencia entre ellas. Esta unificación, por lo tanto, no ha sido producto de un origen común entre las diferentes lenguas de Europa, sino el resultado de la convivencia que ha existido entre ellas a lo largo del tiempo. Ahora bien, si ha existido un factor de convergencia factor, éste ha sido, indudablemente, el uso generalizado del latín por toda la geografía europea.

Sunday, June 08, 2008

L'educació com a forma de control

Els moments previs al període d'exàmens de juny —aquest és, precisament, el motiu de l'escassa actualització del bloc durant els darrers dies— són un bon moment per a analitzar la vessant més fosca de l'activitat educatiu: el plantejament del sistema educatiu com a forma de control i enquadrament de la societat civil.

Abans d’endinsar-nos en el binomi apuntat al títol del post, valdria la pena de recordar que el lligam existent entre l’educació —entesa per M. Mead com a un «procés mitjançant el qual un individu en procés de formació és iniciat a l’herència cultural que li correspon»— i el concepte control—polític, institucional, religiós...— arrenca des del període clàssic. En efecte, ja a l’antiga Grècia la pedagogia queda supeditada al món polític de les lleis i dels reglaments, bo i constituint una educació de tipus fonamentalment instituciona. Tant és així que tot aquell que no s’adaptava a la regla social era vist com un malalt.

Per la seva part, Octavi Fullat (2000: 20) també proposa una definició de l’educació que al·ludeix implícitament al control, en la mesura que es refereix a l’activitat educativa quant a «adaptació als costums socials».

Per bé que aquest model s’ha perllongat secularment fins al moment actual, caldria assenyalar un moment històric d’inflexió que coincidiria amb la difusió del pensament de Rousseau. Malgrat que amb ell, òbviament, no desapareix pas el model educatiu descrit, aquest teòric faria possible el centre rector de l’educació deixarà de banda el valor autoritat de la tradició, tot centrant-se en la llibertat individual, en el no-dirigisme. I amb Rousseau, de l’antic home sotmès a l’autoritat es passarà a un altre de lliure i autònom. Aquesta postura vindrà de la mà d’una descentralització creixent dels plans d’estudi, o el que és el mateix, d’una tíbia emancipació de l’educació pel que fa als poders fàctics.

Al segle XIX, el pedagog britànic Herbert Spencer — representant de l’existencialisme social— seria un dels primers a criticar obertament el control de l’escola per part de l’Estat (1983: 88):

«El siglo en que se creía que toda la industria debía vivir a la sombra de un régimen de protección y prohibición [...], un siglo semejante [el s. XVIII], por fuerza había de prohijar la idea de que el espíritu de un niño debe ser artificialmente dirigido y de que su energía le es comunicada por el maestro, siendo como un receptáculo de las nociones que en él se depositan y con las cuales es posible es posible construir el edificio que nos proponemos».

Malgrat tot, la vigència del control burocràtic de l’educació rebria una alenada d’aire fresc amb el Despotisme Il·lustrat: en efecte, mitjançant la llei francesa del 22 de desembre de 1789 se supeditaven els poders educatius a les insstàncies públiques. Al seu torn, la llei del 10 de maig de 1806, l’Estat es reservaria el monopoli de l’escola. Tampoc no ajudaria gaire una de les concepcions més esteses de la Il·lustració, segons les quals la raó ha de sotmetre’s a la tradició i a l’autoritat, que són formes d’obscurantisme. A més, del pensament de l’enciclopedista francès Diderot naixeria el concepte d’educació nacional. Mitjançant aquest, hom miraria de formar ciutadanes i ciutadans a través de la uniformització de programes i mètodes. Des d’aleshores, aquest sistema d’unificació escolar —tal i com ens recorda Fullat (íbidem)— ha resultat tan temptador com rendible, ja que una única classe social ben controlada serveix més als interessos de l’estat-nació i de l’estat-partit únic. La unificació curricular es basa en la ideologia o, com apunta aquest teòric, a interessos econòmics.

I ja que es parla del control, fóra bo d’incidir en un concepte estretament lligat a aquest: el de prohibició. Per a Fullat, aquest terme esdevé indissociable dels de cultura, tècnica i institució. Com assenyala l’autor, l’ésser humà no és pas simple naturalesa, ja que està sotmès a l’ordre. La prohibició és, doncs, la categoria que organitza el fet antropològic o civilitzat.

Per bé que els continguts de la prohibició són històrics, cal considerar la prohibició com a categoria, fins a tal punt que si es prescindeix d’aquest concepte no es poden separar pas la naturalesa de la civilització. El concepte de prohibició, segons aquest autor, radica en la gènesi mateixa de la societat: així ho matisa Sigmund Freud a Tòtem i tabú (1913), on ancora el terme en qüestió en l’arrel mateixa de les pràctiques religioses de les tribus primitives i en les pugnes entre tribus.

D'altra banda, la prohibició, quant a fonament de l’organització social, determina la funció i el valor de l’ésser humà dintre del sistema: cada individu ha de desenvolupar unes funcions que els altres tenen prohibides. La prohibició és, en definitiva, la condició que fa possible totes les prohibicions empíriques. Restar subjecte/a a la prohibició implica dolor, perquè hom es decanta envers la necessitat i entra en el risc de desobeir i d’esdevenir radicalment culpables, o sia, lliures o civilitzats.

En aquest sentit, pel que fa a la pedagogia o ciències de l’educació (és a dir, l’art d’ensenyar) Fullat distingeix entre pedagogies polítiques (representades per Plató i cimentades en el control de autoritats socials) i pedagogies morals (exemplificades en Sòcrates i referents a l’autoritat de la pròpia consciència). Per tant, podem concebre el control com a inspecció i intervenció per part d’una autoritat o institució.

Fóra bo recordar l’origen etimològic d’institució: —statuere in, que vol dir «ordenar, col·locar en». Paradoxalment, emperò, la llibertat és vista al segle XVIII com a instrument de progrés i alliberament. I és que, de fet, la història de l’educació servirà per a la utopia «alliberament». Ja per a acabar, veiem el signficat de llibertat: «acte mateix del lliure albir, entès més enllà de qualsevol experiència possible, externa o exterior».

A la imatge, miniatura que representa un filòsof ensenyant les Grans Cròniques de França (1375-1379) (Bliblioteca Muncipal de Castres, França).