Sunday, February 28, 2010

Sugerencias y consejos para viajar a China (y III): Zhengzhou, Guilin y Beijing

A primera hora de la tarde, un tren permite al viajero alcanzar la capital de la provincia de Henan: Zhengzhou (郑州, ‘jefatura solemne’). Como en el caso de Taiyuan, ésta apenas presenta alicientes para justificar su visita, amén de sus pagodas gemelas (construidas en el siglo XX en memoria de las víctimas de una huelga acaecida en febrero del 1923, y de libre acceso tras presentar el pasaporte). Aunque años atrás la ciudad contaba con un recinto arqueológico correspondiente a la primera dinastía china documentada, la Shang (1600-1046 a.C.), éste fue soterrado recientemente. Así las cosas, el único vestigio visible correspondiente a esta etapa es una pared de escaso atractivo y muy difícil de localizar, situada en un céntrico parque conocido como el Bosque Shang.

No obstante, resulta muy aconsejable acercarse al Museo de Henan, un espectacular edificio triangular que atesora una importante colección de restos arqueológicos (bronces, cerámica y orfebrería) que abarcan desde la Prehistoria hasta la dinastía Ming. El único inconveniente es que todos los plafones informativos han sido redactados únicamente en mandarín, pese a que en la librería del museo se puede adquirir, por 15 yuanes, un folleto corporativo con algunas explicaciones en inglés.

A primera hora del día siguiente, antes de retomar el viaje, se puede realizar una excursión al monasterio de los monjes Shaolin, un templo budista conocido por su relación con el budismo chan (o zen) y su vinculación a las artes marciales en China. Fundado en el 495 d.C. por el emperador Xiao Wen, es uno de los más conocidos en el mundo occidental. Sin embargo, se recomienda contratar esta actividad el día anterior, junto a la estación de tren de Zhengzhou. El complejo se halla a unas dos horas de la ciudad por carretera.

Por la tarde, habría que desplazarse al aeropuerto (el traslado puede efectuarse en autocar o en taxi, siempre por un precio razonable) para tomar un avión hasta Guilin (桂林, ‘bosque de laurel’), sita en la Región Autónoma de Guangxi. Tras desembarcar, dado que el avión aterriza a última hora de la tarde, se recomienda contratar en el mismo aeropuerto la excursión del día siguiente: un crucero por el río Li. El precio de la misma es de unos 480 yuanes (aunque es posible encontrarla a un precio inferior en las calles de Guilin o en algunos hoteles), que incluyen el almuerzo (excepto las bebidas) y un guía local acompañante de habla inglesa. Tras el traslado al hotel (se realiza fácilmente en autobús desde el aeropuerto), se puede aprovechar la noche para regatear en los múltiples mercadillos que salpican las calles de Guilin, una antigua ciudad de pescadores reconvertida en un centro de turismo de masas.

La 12.ª jornada, por lo tanto, consiste en una apacible y sugerente travesía fluvial. A lo largo de cuatro horas, el visitante puede admirar montañas y formas geológicas imposibles, descubriendo los bucólicos escenarios que en 2005 acogieron la filmación de la película El velo pintado, de John Curran. El crucero concluye en la localidad de Yangshuo, un pequeño pueblo cuyo rasgo más definitorio son las tiendas de souvenirs y los restaurantes de comida rápida. Desde allí, pese a todo, se puede contratar por unos 200 yuanes una excursión a una aldea cercana (foto). Esta salida permite familiarizarse con las formas de vida de la China rural, entre las que se cuentan actividades como la pesca del cormorán (un agradable espectáculo que también se incluye dentro del programa del viaje).

A última hora de la tarde, tras regresar a Guilin, se pueden visitar algunos de los lugares más idílicos de esta montañosa ciudad, tales como el parque de la Trompa del Elefante (que debe su nombre a una curiosa roca erosionada y horadada por el agua), el pico de la Belleza Solitaria (una esbelta colina) o sus dos bellas pagodas gemelas.

El penúltimo día del viaje se inicia con el regreso a Beijing en avión. Tras el vuelo, de una duración estimada de tres horas, se puede aprovechar el regreso a Beijing para acercarse a otro de los puntos más renombrados de la capital: el templo del Cielo, abierto al público hasta las 17:00. Construido en 1420, el complejo se convirtió en el centro de oración por excelencia de los emperadores durante las dinastías Ming y Qing. Como edificios más destacados, cabe aludir al espectacular altar circular, erigido en 1530. En 1998, la UNESCO incluyó el recinto en la lista del Patrimonio Mundial.

Antes del anochecer, es recomendable visitar el Mercado de la Seda, unos grandes almacenes de siete plantas donde se puede conseguir cualquier recuerdo del gigante asiático a un precio razonable.

El día 14.º a primera hora, el periplo por el Imperio del Centro finaliza con el vuelo de regreso a España. Pese a todo, el recuerdo del mismo tardará —al menos desde un punto de vista personal— mucho más tiempo en desvanecerse.

Saturday, February 27, 2010

Sugerencias y consejos para viajar a China (II): Pingyao, Xi'an y Luoyang

Tras tres días en Beijing, llega el momento de iniciar la ruta por la China continental. La primera parada es Taiyuan (太原, ‘de gran origen’), localidad a la que se puede acceder desde el aeropuerto de Bejing tras una hora de vuelo (el precio del billete se sitúa entre los 500 y los 1.000 yuanes).

Sin embargo, Taiyuan es sólo la antesala a uno de los enclaves más sugerentes y pintorescos del gigante asiático: la Ciudad Vieja de Pingyao (平遥, ‘pacífica y lejana’), perteneciente a la provincia de Shanxi e incluida en la lista del Patrimonio Mundial en 1997. Para llegar a ella, se debe alcanzar el centro de Taiyuan en taxi desde el aeropuerto, y tomar desde allí un tren que cubre los 80 km que lo separan de Pingyao. La opción más rápida, pese a todo, es optar por el servicio de recogida en el aeropuerto y traslado a la ciudad que ofrecen algunos hoteles de Pingyao (entre ellos, el hostal Pingyao Tianyuankui Guesthouse), y que cuesta alrededor de 150 yuanes por persona.

Fundada en el siglo XIV, la ciudad antigua —en la que actualmente residen unas 40.000 personas— conserva buena parte de las construcciones erigidas durante las dinastías Ming y Qing. A su vez, la ciudadela dispone de una veintena de casas abiertas al público, que permiten constatar cómo discurría la vida cotidiana de la población en el siglo XIX, un período que coincidió con la eclosión de una floreciente actividad económica y bancaria (vertebrada en torno a las primeras entidades financieras o tongs). Para disfrutar de ellas, existe la posibilidad de adquirir un abono unitario (120 yuanes) y alquilar una audioguía (disponible en inglés y francés). Del mismo modo, en las calles de la Ciudad Vieja se pueden contratar guías locales de habla inglesa. Durante el primer día, por lo tanto, adentrarse en algunas de estas coquetas construcciones constituye una excelente oportunidad para familiarizarse con los entresijos de la China imperial.

A lo largo de la segunda y última jornada en Pingyao, se recomienda aprovechar las primeras horas del día para pasear por la imponente muralla que circunvala la ciudadela. Esta construcción defensiva, de 6 km de longitud y 12 m de altura, es una de las mejor preservadas de toda China. Asimismo, consta de seis puertas y unas 70 torres de vigilancia. Tras esta visita, se recomienda alquilar un mototaxi (el viaje de ida y vuelta oscilará entre los 30 y 50 yuanes, para un máximo de cuatro pasajeros), que cubre los 6 km que separan Pingyao del monasterio de Shuangling Si. Se trata de un templo budista en el que se custodia una extraordinaria colección de Budas, con tallas y obras escultóricas realizadas entre las dinastías Song y Qing (pese a que las más notorias datan del siglo XVI, en los últimos compases del período Ming).

De regreso a la Ciudad Vieja, se aconseja visitar los edificios religiosos. Entre ellos, se cuentan un monasterio confuciano (en que tiene cabida una vasta exposición dedicada al sistema de exámenes imperiales para acceder al funcionariado) y el templo taoísta de Qingxu.

La noche del segundo día, y para optimizar el tiempo disponible, se aconseja tomar el tren nocturno que une Pingyao con la capital de la provincia de Shaanxi: Xi’an (西安, ‘paz occidental’), la siguiente parada del viaje. Su atracción más remarcable, situada a las afueras, es el mundialmente famoso Ejército de Terracota (兵馬俑, en la foto), al que se puede acceder en bus (el punto de salida se encuentra junto a la estación ferroviaria). El conjunto escultórico, descubierto en 1974 por cinco campesinos, lo integran 7.000 figuras de guerreros y caballos reproducidos a tamaño natural y esculpidos a finales del siglo III a.C. por orden del primer emperador chino, Shi Huang Ti, para que custodiaran su tumba. Algunas de las estatuas aún evidencian restos de policromía. La entrada al complejo cuesta unos 120 yuanes, aunque con cualquier carnet de estudiante se puede obtener un descuento. Si se desea visitar también el lugar donde reposan los restos de Shi Huang Ti, el precio de la entrada es de 40 yuanes (esta vez sin derecho a reducción). Desde 1987, ambos recintos forman parte del Patrimonio de la Humanidad.

Ya de regreso a Xi’an, conviene visitar la pagoda del Ganso Salvaje (abierta al público hasta las 19:00 h), las torres de la Campana y del Tambor y el bullicioso barrio musulmán, sin olvidar su mezquita.

A la mañana siguiente, antes de abandonar la ciudad, se recomienda acercarse hasta el poblado neolítico de Banpo, sito a tan sólo 6 km del centro. Descubierto en 1953, fue habitado entre los años 4000 y 3000 a.C. y constituye un yacimiento tipo de la cultura Yangshao. El poblado presenta una superficie de 5 ha. y está rodeado por un foso. Algunas estructuras son silos, pero también se construyeron viviendas de planta rectangular y circular. Algunas de sus casas fueron semiexcavadas, y disponían de chimeneas en el centro y postes para cubiertas de paja y barro. Fuera del foso se alzaba una necrópolis y una zona de alfares.

A primera hora de la tarde, se puede tomar el tren o el autobús para llegar hasta Luoyang (洛阳, ‘ciudad de las peonias’), uno de los principales municipios de la provincia de Henan. La duración estimada del desplazamiento es de unas seis horas.

A primera hora del día siguiente, es el momento de admirar el complejo escultórico más espectacular del viaje: las grutas de Longmen (龙门石窟), situadas a 12 km de la ciudad —a ambos lados del río Yi— y declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2000. Las primeras cuevas-santuario datan de finales del siglo IV d.C. o principios del V, momento en el que la dinastía Wei del Norte trasladó la capital a Luoyang. Sin embargo, los trabajos prosiguieron durante las dinastías Sui y Tang. Destacan las grutas de Fengxian y la de los 10.000 Budas (construidas en el año 680 por la emperatriz Wu Zetian), la de Binyang (500-523, aunque la gruta norte se concluyó en la dinastía Tang, y la sur, en la Sui), la cueva del Loto, la Guyang y la de las Prescripciones Médicas. Todo ello sin obviar una soberbia estatua de Buda de 17 m de altura, en la que algunos historiadores han creído reconocer el rostro de Wu Zetian. El precio de la entrada al complejo es de 120 yuanes.

Por la tarde, se puede realizar una visita al Museo de los Zhou Orientales. El recinto conserva una importante colección de restos arqueológicos, aunque la estrella por antonomasia es un espectacular ejército fosilizado del siglo III a.C., que incluye la caballería, los carros de combate y algunos animales domésticos. El horario de visita finaliza a las 18:00, un buen momento para callejear por la Ciudad Vieja de Luoyang y dejarse fascinar por sus murallas.

A la mañana siguiente, antes de partir, se puede tomar un autobús que conduce hasta el templo del Caballo Blanco (白马寺). Aunque se trata de un complejo cuyas construcciones son modernas, el recinto destaca por ser el primer monasterio budista que se fundó en China (siglo I d.C.). Entre sus principales atractivos, cabe reseñar un gigantesco Buda yacente de casi 5 m de longitud, que lo convierten en el más largo del país.

Thursday, February 25, 2010

Sugerencias y consejos para viajar a China (I): Beijing

Tanto este post como los dos que le seguirán brindan algunas orientaciones —basadas siempre en una experiencia real— para visitar en dos semanas algunos de los lugares más relevantes del llamado Imperio del Centro. A pesar del esfuerzo que implica esta tarea, organizar el viaje por cuenta propia supone un ahorro aproximado de un 50% sobre los precios ofertados por las agencias de viajes.

Para realizar la ruta que aquí se recomienda (Beijing-Taiyuan-Pingyao-Xi’an-Luoyang-Zhengzhou-Guilin-Beijing), no es obligatorio ningún tipo de vacunación previa. El único requisito indispensable es la obtención del visado, que puede tramitarse tanto en la Embajada de China en España (C/ Arturo Soria, 142, Madrid) como en el Consulado General (Av. Tibidabo, 34, Barcelona). El visado turístico tiene una validez de un mes natural desde el día de entrada al país, pudiéndose utilizar durante los tres meses posteriores a la fecha de su expedición. Su coste es de 25 euros (si no se desea visitar Hong Kong o Macao antes de regresar a otros territorios chinos), y por la vía ordinaria suele tramitarse en unos cinco días hábiles. Es preciso solicitarlo físicamente (aunque no es necesario que la gestión la realice la persona interesada), presentando el pasaporte, cumplimentando este formulario y adjuntando una foto de carnet. Algunas agencias de viaje asumen todos los trámites.

A la hora de contratar los vuelos, es posible encontrar billetes de ida y vuelta a Beijing (el destino más económico) a partir de unos 400 euros desde Madrid o Barcelona. Aunque desde la Ciudad Condal no se ofrecen en la actualidad vuelos directos, algunas compañías aéreas —como Air China, KLM o Lufthansa— cubren el trayecto haciendo escala en algunos de los principales aeropuertos europeos, como Ámsterdam o Frankfurt. Si se desea aterrizar en el gigante asiático o regresar a España desde algún otro aeropuerto (como los de Hong-Kong o Shanghai) el precio del viaje se encarece sensiblemente, especialmente este año, en el que esta última ciudad acoge por primera vez la Exposición Internacional.

Para reservar los hoteles y los vuelos domésticos, es muy recomendable hacerlo a través de este sitio web. Los billetes de tren, no obstante, deberán adquirirse lo antes posible en cualquier estación ferroviaria de China, teniendo en cuenta que en todas no se puede obtener el mismo tipo de abono (por ejemplo, si se desea una plaza con litera dura o blanda para un tren nocturno). Para consultar los horarios con antelación, se puede acceder a la web de la compañía estatal de ferrocarriles (en mandarín), o bien a este otro site (en inglés). En cuanto al cambio de divisa, en el caso de las ciudades más turísticas, éste se puede efectuar sin problemas en cualquier entidad bancaria y en la mayor parte de los hoteles.

Si se opta por iniciar la ruta en Beijing, existen dos maneras de acceder al centro de la ciudad desde el aeropuerto (机场首都). En el hall 5 se puede tomar el autobús 2 y bajar en las paradas tercera o cuarta, dependiendo de la ubicación del hotel. El coste del billete es de unos 16 yuanes (aproximadamente 1,7 euros, teniendo en cuenta que un euro equivale a unos 9,5 yuanes). Sin embargo, es probable que se necesite otro bus o taxi para llegar al destino correspondiente. Si se opta por coger un taxi desde el aeropuerto, se recomienda pactar de antemano el precio de la carrera, que suele oscilar entre 100 y 130 yuanes (es importante dejar claro que este importe incluirá el peaje de la autopista, porque si no el conductor lo cobrará por separado). Si el tráfico es fluido (una circunstancia poco probable), el precio que marca el taxímetro es incluso menor.

Una vez en Beijing, se puede aprovechar la tarde del primer día para visitar el Palacio de Verano (颐和园, que significa ‘jardín de la salud y la armonía’). Está situado a 12 km del centro de la ciudad y hay que acceder a él en taxi (la carrera suele costar unos 60 yuanes). Como denota su nombre en mandarín, no se trata exactamente de un edificio, sino de un complejo palaciego sito a orillas del lago Kunming. Fue construido en 1750 por orden del emperador Qianglong, aunque fue destruido durante la segunda guerra del Opio y reconstruido en 1899 por la regente Cixi. Ésta lo empleó como su residencia temporal a partir de 1901, al tiempo que albergó la sede del Gobierno chino hasta 1908. Entre sus rincones más significativos, destacan la imponente pagoda del Buda Fragante, el puente de los 17 Arcos, el Barco de Mármol (un impresionante pabellón en el que la emperatriz viuda llevaba a cabo sus celebraciones) y el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 m construido para que Cixi pudiera pasear por el recinto durante los días de lluvia. El Palacio de Verano fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998.

Durante el segundo día, se recomienda aprovechar la mañana para adquirir en la estación de tren de Beijing los billetes de tren correspondientes a los desplazamientos internos (sobre todo si se trata de los meses de septiembre y octubre, que son los que registran un mayor flujo de turistas nacionales), y también para acceder, en la plaza de Tiananmen, al mausoleo donde se custodia la momia de Mao Zedong. El horario de visitas es únicamente de 8:00 a 12:00 h. Igualmente, es aconsejable contratar en alguna de las agencias aledañas la excursión a la Gran Muralla. El precio de esta actividad fluctúa entre los 200 y los 400 yuanes (dependiendo de si se visita el monumento en la localidad de Badaling, la más habitual, o en otros puntos menos concurridos), aunque en los lugares más turísticos no es difícil encontrar algunos operadores que la ofrecen a pie de calle por 150 yuanes. Hay que tener en cuenta que la excursión suele incluir la visita a las tumbas Ming y Qing y otras dos de tipo comercial (aunque, obviamente, no es obligatorio adquirir nada en el transcurso de las mismas). Lo único que no contempla el precio es la bebida en el almuerzo y el funicular de la Gran Muralla (60 yuanes el ticket de ida y vuelta). El punto de origen y de finalización del viaje es el hotel en el que se hospeda el cliente. De hecho, también es posible contratar esta salida en la recepción de la mayoría de los establecimientos hoteleros.

Realizada esta gestión, la celebérrima Ciudad Prohibida (紫禁城) —inscrita como Patrimonio de la Humanidad en 1987— invita a descubrir cómo era el día a día de los mandatarios Ming y Qing (foto). El espectacular complejo se inició en 1404 de la mano del emperador Yongle, con motivo del traslado de la capital imperial a Beijing (término que en mandarín significa, precisamente, ‘capital del norte’, 北京). Las cifras ilustran la espectacularidad del complejo: 0,72 km², 800 edificios y más de 9.000 habitaciones, en lo que constituye la mayor colección de estructuras de madera antiguas del mundo. La visita ofrece la posibilidad de contemplar tres tronos imperiales y los jardines de palacio. Para conocer más detalles, se puede alquilar una audioguía que también está disponible en castellano. Un consejo al respecto: la guía repite las explicaciones cuantas veces se desee al pulsar un botón, aunque en las taquillas solicitan que éste no se apriete bajo ningún concepto. El propósito de esta advertencia es, lógicamente, alquilar un aparato por visitante, y no uno por grupo.

Tras la visita, se puede redondear el día accediendo, por unos 30 yuanes, al parque de Jingshan (景山 o ‘montaña del paisaje’) , construido en 1179 durante la dinastía Jin. Como su nombre indica, desde lo más alto de la colina se disfruta de una perspectiva inmejorable sobre la Ciudad Prohibida y otros edificios cercanos, como la pagoda Blanca.

Al día siguiente, a la hora indicada por el turoperador contratado, tendrá lugar la visita a las tumbas Ming y Qing y a la Gran Muralla. El primero de estos enclaves se halla a unos 50 km de Beijing. El complejo fue construido entre 1409 y 1609 y alberga las sepulturas de 13 emperadores pertenecientes a las dos últimas dinastías, así como las de 23 emperatrices consortes, cortesanos y concubinas. Cabe señalar, no obstante, que la mayor parte del recinto se encuentra en la actualidad cerrado al público, siendo la de Yongle una de las pocas estelas a las que hoy se puede acceder. En 2003, la UNESCO incorporó este enclave a la lista del Patrimonio Mundial.

Tras el almuerzo, el viaje prosigue hasta la Gran Muralla (长城), también considerada Patrimonio de la Humanidad (1987) y declarada como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo en 2007. Los trabajos de construcción se iniciaron en el siglo V a.C. y culminaron en el XVI, durante el reinado de la dinastía Ming. Por aquel entonces, la muralla alcanzaba una longitud de 20.000 km, que abarcaban desde la frontera con Corea al borde del río Yalu hasta el desierto de Gobi. Pese a todo, en la actualidad sólo resta en pie un 30% del trazado: 8.851,8 km. En la mayoría de sus tramos la muralla mide de 6 a 7 m de alto y de 4 a 5 m de ancho. Si se visita en verano, es imprescindible llevar agua encima (en Badaling, sólo se puede adquirir bebida en la estación del funicular que hay al pie de la carretera) y protección solar. Además, por el tipo de pavimento, se recomienda utilizar un calzado cómodo.

A la vuelta, es posible contemplar desde el autocar algunos de los escenarios en los que se desarrollaron los JJ.OO. de 2008, tales como la pista de tenis, el Cubo (sede de las pruebas de natación) y el inconfundible estadio del Nido.