Thursday, February 25, 2010

Sugerencias y consejos para viajar a China (I): Beijing

Tanto este post como los dos que le seguirán brindan algunas orientaciones —basadas siempre en una experiencia real— para visitar en dos semanas algunos de los lugares más relevantes del llamado Imperio del Centro. A pesar del esfuerzo que implica esta tarea, organizar el viaje por cuenta propia supone un ahorro aproximado de un 50% sobre los precios ofertados por las agencias de viajes.

Para realizar la ruta que aquí se recomienda (Beijing-Taiyuan-Pingyao-Xi’an-Luoyang-Zhengzhou-Guilin-Beijing), no es obligatorio ningún tipo de vacunación previa. El único requisito indispensable es la obtención del visado, que puede tramitarse tanto en la Embajada de China en España (C/ Arturo Soria, 142, Madrid) como en el Consulado General (Av. Tibidabo, 34, Barcelona). El visado turístico tiene una validez de un mes natural desde el día de entrada al país, pudiéndose utilizar durante los tres meses posteriores a la fecha de su expedición. Su coste es de 25 euros (si no se desea visitar Hong Kong o Macao antes de regresar a otros territorios chinos), y por la vía ordinaria suele tramitarse en unos cinco días hábiles. Es preciso solicitarlo físicamente (aunque no es necesario que la gestión la realice la persona interesada), presentando el pasaporte, cumplimentando este formulario y adjuntando una foto de carnet. Algunas agencias de viaje asumen todos los trámites.

A la hora de contratar los vuelos, es posible encontrar billetes de ida y vuelta a Beijing (el destino más económico) a partir de unos 400 euros desde Madrid o Barcelona. Aunque desde la Ciudad Condal no se ofrecen en la actualidad vuelos directos, algunas compañías aéreas —como Air China, KLM o Lufthansa— cubren el trayecto haciendo escala en algunos de los principales aeropuertos europeos, como Ámsterdam o Frankfurt. Si se desea aterrizar en el gigante asiático o regresar a España desde algún otro aeropuerto (como los de Hong-Kong o Shanghai) el precio del viaje se encarece sensiblemente, especialmente este año, en el que esta última ciudad acoge por primera vez la Exposición Internacional.

Para reservar los hoteles y los vuelos domésticos, es muy recomendable hacerlo a través de este sitio web. Los billetes de tren, no obstante, deberán adquirirse lo antes posible en cualquier estación ferroviaria de China, teniendo en cuenta que en todas no se puede obtener el mismo tipo de abono (por ejemplo, si se desea una plaza con litera dura o blanda para un tren nocturno). Para consultar los horarios con antelación, se puede acceder a la web de la compañía estatal de ferrocarriles (en mandarín), o bien a este otro site (en inglés). En cuanto al cambio de divisa, en el caso de las ciudades más turísticas, éste se puede efectuar sin problemas en cualquier entidad bancaria y en la mayor parte de los hoteles.

Si se opta por iniciar la ruta en Beijing, existen dos maneras de acceder al centro de la ciudad desde el aeropuerto (机场首都). En el hall 5 se puede tomar el autobús 2 y bajar en las paradas tercera o cuarta, dependiendo de la ubicación del hotel. El coste del billete es de unos 16 yuanes (aproximadamente 1,7 euros, teniendo en cuenta que un euro equivale a unos 9,5 yuanes). Sin embargo, es probable que se necesite otro bus o taxi para llegar al destino correspondiente. Si se opta por coger un taxi desde el aeropuerto, se recomienda pactar de antemano el precio de la carrera, que suele oscilar entre 100 y 130 yuanes (es importante dejar claro que este importe incluirá el peaje de la autopista, porque si no el conductor lo cobrará por separado). Si el tráfico es fluido (una circunstancia poco probable), el precio que marca el taxímetro es incluso menor.

Una vez en Beijing, se puede aprovechar la tarde del primer día para visitar el Palacio de Verano (颐和园, que significa ‘jardín de la salud y la armonía’). Está situado a 12 km del centro de la ciudad y hay que acceder a él en taxi (la carrera suele costar unos 60 yuanes). Como denota su nombre en mandarín, no se trata exactamente de un edificio, sino de un complejo palaciego sito a orillas del lago Kunming. Fue construido en 1750 por orden del emperador Qianglong, aunque fue destruido durante la segunda guerra del Opio y reconstruido en 1899 por la regente Cixi. Ésta lo empleó como su residencia temporal a partir de 1901, al tiempo que albergó la sede del Gobierno chino hasta 1908. Entre sus rincones más significativos, destacan la imponente pagoda del Buda Fragante, el puente de los 17 Arcos, el Barco de Mármol (un impresionante pabellón en el que la emperatriz viuda llevaba a cabo sus celebraciones) y el Gran Corredor, un pasillo techado de más de 750 m construido para que Cixi pudiera pasear por el recinto durante los días de lluvia. El Palacio de Verano fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998.

Durante el segundo día, se recomienda aprovechar la mañana para adquirir en la estación de tren de Beijing los billetes de tren correspondientes a los desplazamientos internos (sobre todo si se trata de los meses de septiembre y octubre, que son los que registran un mayor flujo de turistas nacionales), y también para acceder, en la plaza de Tiananmen, al mausoleo donde se custodia la momia de Mao Zedong. El horario de visitas es únicamente de 8:00 a 12:00 h. Igualmente, es aconsejable contratar en alguna de las agencias aledañas la excursión a la Gran Muralla. El precio de esta actividad fluctúa entre los 200 y los 400 yuanes (dependiendo de si se visita el monumento en la localidad de Badaling, la más habitual, o en otros puntos menos concurridos), aunque en los lugares más turísticos no es difícil encontrar algunos operadores que la ofrecen a pie de calle por 150 yuanes. Hay que tener en cuenta que la excursión suele incluir la visita a las tumbas Ming y Qing y otras dos de tipo comercial (aunque, obviamente, no es obligatorio adquirir nada en el transcurso de las mismas). Lo único que no contempla el precio es la bebida en el almuerzo y el funicular de la Gran Muralla (60 yuanes el ticket de ida y vuelta). El punto de origen y de finalización del viaje es el hotel en el que se hospeda el cliente. De hecho, también es posible contratar esta salida en la recepción de la mayoría de los establecimientos hoteleros.

Realizada esta gestión, la celebérrima Ciudad Prohibida (紫禁城) —inscrita como Patrimonio de la Humanidad en 1987— invita a descubrir cómo era el día a día de los mandatarios Ming y Qing (foto). El espectacular complejo se inició en 1404 de la mano del emperador Yongle, con motivo del traslado de la capital imperial a Beijing (término que en mandarín significa, precisamente, ‘capital del norte’, 北京). Las cifras ilustran la espectacularidad del complejo: 0,72 km², 800 edificios y más de 9.000 habitaciones, en lo que constituye la mayor colección de estructuras de madera antiguas del mundo. La visita ofrece la posibilidad de contemplar tres tronos imperiales y los jardines de palacio. Para conocer más detalles, se puede alquilar una audioguía que también está disponible en castellano. Un consejo al respecto: la guía repite las explicaciones cuantas veces se desee al pulsar un botón, aunque en las taquillas solicitan que éste no se apriete bajo ningún concepto. El propósito de esta advertencia es, lógicamente, alquilar un aparato por visitante, y no uno por grupo.

Tras la visita, se puede redondear el día accediendo, por unos 30 yuanes, al parque de Jingshan (景山 o ‘montaña del paisaje’) , construido en 1179 durante la dinastía Jin. Como su nombre indica, desde lo más alto de la colina se disfruta de una perspectiva inmejorable sobre la Ciudad Prohibida y otros edificios cercanos, como la pagoda Blanca.

Al día siguiente, a la hora indicada por el turoperador contratado, tendrá lugar la visita a las tumbas Ming y Qing y a la Gran Muralla. El primero de estos enclaves se halla a unos 50 km de Beijing. El complejo fue construido entre 1409 y 1609 y alberga las sepulturas de 13 emperadores pertenecientes a las dos últimas dinastías, así como las de 23 emperatrices consortes, cortesanos y concubinas. Cabe señalar, no obstante, que la mayor parte del recinto se encuentra en la actualidad cerrado al público, siendo la de Yongle una de las pocas estelas a las que hoy se puede acceder. En 2003, la UNESCO incorporó este enclave a la lista del Patrimonio Mundial.

Tras el almuerzo, el viaje prosigue hasta la Gran Muralla (长城), también considerada Patrimonio de la Humanidad (1987) y declarada como una de las Siete Nuevas Maravillas del Mundo en 2007. Los trabajos de construcción se iniciaron en el siglo V a.C. y culminaron en el XVI, durante el reinado de la dinastía Ming. Por aquel entonces, la muralla alcanzaba una longitud de 20.000 km, que abarcaban desde la frontera con Corea al borde del río Yalu hasta el desierto de Gobi. Pese a todo, en la actualidad sólo resta en pie un 30% del trazado: 8.851,8 km. En la mayoría de sus tramos la muralla mide de 6 a 7 m de alto y de 4 a 5 m de ancho. Si se visita en verano, es imprescindible llevar agua encima (en Badaling, sólo se puede adquirir bebida en la estación del funicular que hay al pie de la carretera) y protección solar. Además, por el tipo de pavimento, se recomienda utilizar un calzado cómodo.

A la vuelta, es posible contemplar desde el autocar algunos de los escenarios en los que se desarrollaron los JJ.OO. de 2008, tales como la pista de tenis, el Cubo (sede de las pruebas de natación) y el inconfundible estadio del Nido.