Las Siete Nuevas Maravillas de Mundo ya tienen nombre
Las Siete Maravillas de la Antigüedad (las pirámides de Gizeh, el mausoleo de Halicarnaso, el Coloso de Rodas, la estatua de Zeus en Olimpia, el templo de Artemisa en Efeso, los jardines colgantes de Babilonia y el faro de Alejandría) tienen sucesores desde ayer. Una votación popular a escala global promovida por el millonario suizo Bernard Weber ha servido para designar las Siete Nuevas Maravilla del mundo. En el transcurso de una fastuosa ceremonia celebrada en Lisboa, se dio a conocer el nombre de los lugares elegidos, cuyas descripciones se detallan a continuación. Uno de ellos es europeo y tres son latinoamericanos, mientras que los tres restantes son asiáticos.
Chichén Itzá. El sitio de Chichén Itzá (antes del 800 d.C.), sito en la península de Yucatán (México), constituyó uno de los principales lugares sagrados de la civilización maya. A lo largo de casi un milenio, diversas civilizaciones prehispánicas —como la maya, la tolteca o la azteca— han legado en la zona importantes testimonios y artísticos y arquitectónicos, que sintetizan su visión del mundo y del universo. Entre los edificios que aún se alzan en el complejo, destacan la pirámide de Kukulkán (también llamada El Castillo), el templo de Chac Mol, el Grupo de las Mil Columnas, el Gran Juego de Pelota y un observatorio astronómico conocido como El Caracol. En 1988, la UNESCO incluyó Chichén Itzá en la lista del Patrimonio Mundial.
Cristo Redentor de Río de Janeiro, Brasil. Se trata de una estatua de piedra de 38 metros de altura, diseñada por el artista brasileño Heitor da Silva Costa y creada por el escultor francés Paul Landowski. La construcción de este espectacular monumento, que corona el monte carioca de Corcovado, supuso un trabajo de cinco años. Su inauguración tuvo lugar el 12 de octubre de 1931. A pesar de que el Cristo Redentor se ha convertido en todo un símbolo de Río de Janeiro, del fervor religioso de buena parte de la población de Brasil (el país con mayor número de católicos del mundo) y de la calidez y hospitalidad de sus gentes, es la única de las Siete Nuevas Maravillas que no forma parte del Patrimonio de la Humanidad.
La Gran Muralla China. Su construcción (s. V a.C.-XVI) fue impulsada fundamentalmente por el primer emperador, Shi Huang Ti, a partir del año 220 a.C. y sobre la base de estructuras defensivas ya existentes. El mandatario pretendía así unificar las diversas fortificaciones situadas al norte de China, en un intento de defender el imperio de los Qin de la amenaza de los pueblos nómada de la estepa. Ya en tiempos de la dinastía Ming (1368-1644), se prolongaría el trazado original, dando pie al sistema defensivo más largo del mundo. La Gran Muralla China fue declarada Patrimonio Mundial en 1987.
Machu Picchu. Las ruinas de este santuario incaico, erigido entre 1460 y 1470 por orden del emperador Pachacútec, se elevan junto a Machu Picchu (o Montaña Vieja, a 2.430 msnm), en Perú, cerca de la jungla amazónica, la meseta andina y el cauce del río Urubamba. Posiblemente, se trata del principal complejo arquitectónico del imperio inca, y se caracteriza por sus colosales muros. Después de la llegada de los españoles a la zona, un brote de viruela causó la muerte de sus habitantes, tras lo cual permanecería despoblada durante tres siglos. En 1911, Hiram Bingham redescubrió de nuevo este bellísimo sitio arqueológico y, en 1983, entró a formar parte de la lista del Patrimonio de la Humanidad.
El Taj Mahal. Este espectacular mausoleo de mármol blanco, erigido entre 1631 y 1648, constituye la principal joya de la arquitectura islámica. El Taj Mahal fue construido por encargo del emperador de Mughal, Shah Jahan, quien quiso obsequiar a su esposa favorita con el edificio funerario más espectacular jamás construido. Su empeño fue tal que ordenó amputar la mano al arquitecto que lo proyectó, para evitar que pudiese volver a diseñar un recinto similar. La obra es Patrimonio Mundial desde 1983.
El Coliseo. El Coliseo romano, también conocido como Anfiteatro Flavio, se ha convertido en el principal icono de la ciudad de Roma y en un fiel heraldo del esplendor del imperio romano. Su construcción fue impulsada por el emperador Vespasiano en el año 70 dC. Ésta se llevó a cabo sobre un lago que su predecesor, Nerón, pretendía habilitar para uso privado. Tras la muerte de Vespasiano, los trabajos continuaron bajo el mandato de su hijo, Tito, quien lo inauguró en el 80. Con una capacidad para 55.000 personas, el Coliseo acogió desde luchas de gladiadores hasta batallas navales, sin olvidar los espectáculos en los que intervenían animales salvajes traídos desde África. Durante la Edad Moderna, el edificio sirvió de cantera de mármol para los artistas del Renacimiento y el Barroco pero, pese a todo, su estado de conservación resulta más que aceptable. La UNESCO le otorgó la distinción de Patrimonio de la Humanidad en 1980.
Petra. Las ruinas de esta ciudad (9 a.C.-40 d.C.), capital de los nabateos, constituye el principal sitio arqueológico de Jordania (en la foto). Su situación geográfica —entre el mar Rojo y el mar Muerto— la convirtió en un importante centro de intercambio cultural entre las civilizaciones árabe, egipcia y sirio-fenicia. Sus edificios, inspirados claramente en la arquitectura helenística, están excavados parcialmente en la roca. Petra es Patrimonio Mundial desde 1985.
Weber extenderá esta iniciativa a los siete enclaves naturales más bellos del mundo. El período de presentación de candidaturas ya ha comenzado. Para más información, se recomienda visitar este enlace.
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