Monday, March 29, 2010

Recomendaciones para una escapada a Asturias (I): el centro de Oviedo

Coincidiendo con las vacaciones de Semana Santa, este blog publica tres posts con algunas sugerencias —como siempre, basadas en experiencias personales— para visitar algunos de los lugares más emblemáticos del Principado de Asturias durante cuatro días. Entre los principales atractivos de esta comunidad autónoma, se cuentan excepcionales ejemplos de pinturas rupestres —algunas de ellas incorporadas a la lista del Patrimonio Mundial en 2008—, yacimientos castrenses, edificios prerrománicos únicos en el mundo e interesantes muestras de arquitectura tradicional (especialmente los hórreos), sin obviar un entorno natural de gran valor paisajístico.

La siguiente propuesta toma como punto de partida la capital del Principado, Oviedo, ubicada en el área central de Asturias y cuya situación permite acceder fácilmente y en un tiempo razonable a los diferentes enclaves recomendados. Desde el aeropuerto, la compañía de transporte
Alsa dispone de autocares que enlazan con la ciudad y que circulan a las horas en punto, todos los días de la semana (el precio del trayecto por persona es de 6,2 euros, aproximadamente). Sin embargo, se recomienda alquilar un vehículo para poder acceder a los lugares indicados. En caso de que esto no sea posible, la mayoría de los hoteles ofrece la posibilidad de contratar excursiones organizadas, a un precio de unos 90 euros por persona adulta y día (incluyendo el almuerzo).

Durante el primer día, se recomienda aprovechar la estancia en Oviedo para visitar el casco antiguo. Previamente, se puede pasear por una de las principales vías comerciales de la ciudad (la
calle de Uría), admirar la imponente fachada del Hotel Reconquista (una antigua hospedería ovetense) y, sobre todo, dejarse caer por el vecino Campo de San Francisco). Esta zona verde, documentada desde el siglo XIII como sede de un monasterio franciscano ya desaparecido —del que se conserva una portalada románica—, concentra más de 127 especies botánicas y algunas construcciones de interés, como el Quiosco de la Música (1888), obra de Juan Miguel de la Guardia. Cruzando en dirección al núcleo antiguo, se halla la plaza de la Escandalera, en la que destacan el Teatro Campoamor (inaugurado en 1892) y las esculturas Maternidad (1996, del colombiano Fernando Botero) y Culis monumentalibus (sita en la confluencia con la calle de Pelayo y creada en 2001 por el vizcaíno Eduardo Úrculo).

Ya en el casco antiguo, uno de los edificios más notorios es el claustro de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Oviedo, emplazado en la calle de San Francisco. Esta institución fue fundada en 1534, por disposición testamentaria, por Fernando Valdés Salas, arzobispo de Sevilla y Gran Inquisidor General. En 1898, sus aulas fueron testimonio de cómo Leopoldo Alas Clarín y sus colaboradores ponían en marcha los primeros cursos de extensión universitaria en España, con el propósito de hacer llegar la enseñanza superior a toda la ciudadanía. Tras contemplar otras construcciones de interés —tales como los palacios de Toreno, la Rúa, Valdecarzana, Camposagrado o Velarde, sede del Museo de Bellas Artes de Asturias, el visitante accede a uno de los edificios más bellos y emblemáticos de la ciudad: la catedral de San Salvador (siglos IX-XVIII), en la imagen. La visita se puede realizar todos los días, excepto el domingo. El jueves por la tarde (de 16.00 a 19.00 h), el acceso es gratuito.

A pesar de la multiplicidad de estilos arquitectónicos que atesora, la seo ovetense destaca por su espectacular fachada, de factura gótica flamígera. Ésta está coronada por una sola torre, aunque el proyecto inicial preveía que se alzara una segunda al otro lado de la entrada (la falta de fondos acabaría frustrando los planes de sus impulsores). De los primeros años de la catedral, sigue en pie la
Cámara Santa, construida en la primera mitad del siglo IX, en tiempos del rey Alfonso II el Casto (ca. 760-842). Su interior alberga dos interesantes muestras de orfebrería prerrománica: la Cruz de los Ángeles, mencionada en el Códice Emilianense de 976, y la Cruz de la Victoria, realizada en madera de roble y recubierta de oro y piedras preciosas. Según reza la leyenda, el crucifijo fue utilizado por el rey Pelayo en la batalla de Covadonga (722) contra las huestes musulmanas. A su vez, la Cámara Santa custodia el Santo Sudario, paño con el que supuestamente se cubrió el rostro de Cristo durante su sepultura (pese a que las dataciones realizadas mediante la prueba del carbono 14 sitúan la antigüedad de la tela en la Alta Edad Media). En la planta baja se abre al público la cripta o capilla de Santa Leocadia (siglo IX), cubierta por una bóveda de cañón realizada en ladrillo. Completan la visita el acceso al tesoro catedralicio, que conserva una interesante muestra de tallas de estilo románico tardío, y el claustro gótico.

A la salida, se puede contemplar otra interesante muestra de estilo prerrománico: la
iglesia de San Tirso el Real, fundada en el siglo IX por Alfonso II y donada a la catedral por Alfonso III el Magno (ca. 848-910) en el año 897. Junto a ésta, el Museo Arqueológico Provincial, instalado en el antiguo convento de San Vicente, permite conocer más de cerca etapas como la prehistoria, la cultura de los castros, la romanización, el prerrománico y románico asturianos, el arte gótico y la epigrafía medieval y moderna, sin olvidar temas como la heráldica o la numismática.

Desde allí conviene acercarse hasta el
Ayuntamiento, una reconstrucción del edificio original de Francisco Pruneda (1780), que fue destruido durante la Guerra Civil. Asimismo, junto a la casa consistorial, se alza la iglesia de San Isidoro, levantada en los siglos XVI y XVII por los jesuitas y reconvertida en parroquia en 1796. En su puerta solían reunirse las mujeres que se dedicaban al cultivo del trigo, a la espera de que alguien las contratase.

Un poco más lejos, se hallan la
Casona de la Regla —una finca solariega aún en uso— y, entre las calles de la Gascona y de las Huertas, uno de los ejemplos de ingeniería civil altomedieval más importantes de Europa: la Foncalada (siglo IX), una fuente de agua potable erigida durante el reinado de Alfonso III el Magno (866-910) y declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Para redondear la visita por el centro de Oviedo, los alrededores de la
plaza y el mercado de Fontán invitan a disfrutar de pintorescas muestras de arquitectura popular, mientras se cena o se degusta un vaso de sidra en alguna de sus terrazas.