Sunday, September 09, 2007

Novelas ambientadas en Barcelona

Barcelona está de moda. Por lo menos, en el terreno literario. Así lo evidencian algunos de los bestsellers de mayor éxito de los últimos tiempos: La sombra del viento, La catedral del mar, La clave Gaudí y La ciudad sin tiempo (en la foto). Estas cuatro novelas comparten, además del privilegio de erigirse como los libros de ficción más vendidos, el hecho de estar ambientadas en la ciudad condal. Sin embargo, la querencia de muchos escritores a situar sus tramas narrativas en la capital catalana surge varios siglos atrás.

En efecto, desde que Miguel de Cervantes convirtiese Barcelona (junto con el municipio toledano de El Toboso) en la única localidad mencionada en El Quijote, esta urbe mediterránea ha sido escenario de numerosas creaciones literarias, algunas de ellas consagradas como un verdadero éxito de crítica y público.

Un buen ejemplo de ello lo encontramos en La gangrena, título con el que Mercedes Salisachs se alzó con el Premio Planeta en 1975. Tomando como punto de partida la vida cotidiana de la burguesía catalana, la autora efectúa un pormenorizado recorrido por la Barcelona de la Exposición Universal de 1929, la Segunda República, la Guerra Civil y la dictadura franquista. Todo ello desde las propias vivencias de Salisachs. Asimismo, uno de los nombres más celebrados de la literatura catalana contemporánea, Mercè Rodoreda, comparte con esta autora la temática guerracivilista y las descripciones de la zona alta de la ciudad. Novelas como Aloma (1938), La plaça del Diamant (1962) o Mirall trencat (1974) constituyen una sobrecogedora radiografía de una Barcelona flagelada por el azote de la contienda, las pugnas ideológicas entre anarquistas, comunistas y socialistas y las estrecheces económicas derivadas de este contexto histórico. Lo mismo ocurre con Incerta glòria (1956), de Joan Sales, un impactante y estremecedor relato sobre la conflagración y la posguerra en Barcelona.

Ahora bien, la Guerra Civil no es el único episodio oneroso de la historia de la ciudad que ha logrado hacerse un hueco en el ámbito de la literatura. Y es que mucho antes del drama de las pateras y los cayucos, el fenómeno inmigratorio ya era una constante en la Barcelona. Así lo reflejó el periodista Carles Sentís en Viatge en Transmiserià (1994), una crónica que recuerda a los primeros colectivos que llegaron a la ciudad condal en busca de una vida mejor durante la primera mitad del siglo XX.

También con voluntad historicista, Eduardo Mendoza ha dedicado varias de sus obras a glosar la vida en la capital catalana. Así, dentro de su bibliografía se cuentan títulos como La ciudad de los prodigios (1986) —un paseo por la historia barcelonesa entre 1888 y 1929—, El misterio de la cripta embrujada (1978) o Mauricio o las elecciones primarias (2006), que le valió el Premio José Manuel Lara. A través de este relato, Mendoza se hace eco de las circunstancias sociales y políticas que rodearon la Barcelona preolímpica. Mucho menos trascendente se revela Sin noticias de Gurb (1991), una delirante y divertida novela igualmente ambientada en la capital catalana y protagonizada por un extraterrestre. También con vocación de entretener y de hacer reír al lector, la exitosa Lo mejor que le puede pasar a un cruasán (2001), de Pablo Tusset, transcurre en el barrio de les Corts.

Lejos de los hitos históricos, otros autores han optado por retratar Barcelona con una pátina más intrascendente y costumbrista. Entre este grupo de escritores se cuenta Juan Marsé, quien público en 1966 Últimas tardes con Teresa. Partiendo de la relación amorosa entre una joven burguesa y un muchacho de los bajos fondos, la acción se desarrolla simultáneamente en los barrios residenciales y en los distritos más sórdidos de la Barcelona de los años 50. El mismo período es el que abarca el malogrado Terenci Moix en El beso de Peter Pan (1988), un texto autobiográfico que glosa su adolescencia, ligada a la Ciutat Vella y el antiguo barrio chino barcelonés.

Igualmente, habría que citar las obras de Manuel Vázquez Montalbán protagonizadas por el detective Pepe Carvalho.

Pero no podría concluirse este recorrido sin dedicar algunas líneas a aquellas novelas recientes que han servido para recuperar el atractivo literario de Barcelona. La más exitosa e incombustible desde el punto de vista comercial, La sombra del viento (2001), de Carlos Ruiz Zafón, propone un impactante relato cercano a la novela romántica del siglo XIX y que tiene como escenario la Barcelona de principios del XX. La catedral del mar (2006), de Ildefonso Falcones, recupera la exitosa fórmula de Los pilares de la Tierra para recrear el proceso de construcción de la iglesia de Santa Maria del Mar. Por su parte, La ciudad sin tiempo (2007), firmada con el pseudónimo Enrique Moriel, resume en primera persona la historia de la capital catalana desde la Edad Media, mientras que La clave Gaudí (2007), de Andreu Carranza y Esteban Martín, aplica algunos elementos de El Código da Vinci a las obras gaudinianas que se alzan en Barcelona.

Estas novelas y otras tantas pueden constituir un excelente pretexto para acercarse al pasado y el presente de la capital catalana desde el universo de la ficción literaria. Sin duda, vale la pena intentarlo.