Sunday, February 22, 2009

Obras clave de la literatura japonesa clásica

A la hora de estudiar la historia de la literatura en Japón, la bibliografía occidental propone dos grandes etapas: el período clásico, que abarca desde el siglo V d.C. —coincidiendo con la aparación de los primeros textos escritos en lengua nipona, mediante la utilización de los caracteres chinos— hasta la finalización de la etapa Edo o Tokugawa en 1867, y el período moderno, que comprende desde los albores de la era Meiji (1867-1912) hasta el momento actual.

Las líneas que siguen ofrecen un sucinto resumen de la primera etapa, sin duda la más desconocida lejos del ámbito de Asia Oriental, aunque también la menos remarcable por lo que respecta a su calidad literaria.

Tomando como base la clasificación cronológica propuesta por Nolla y Suzuki (coord. Carles Prado, 2005), el período clásico se subdivide en cuatro fases:
  • Jōdai (o edad antigua). Se extiende desde el siglo V d.C. hasta el año 794, comprendiendo las épocas Yamato (concluido en 710) y Nara (710-794).
  • Chūko (o baja edad media). Abraza todo el período Heian (794-1129).
  • Chūsei (o alta edad media). Corresponde a las etapas Kamakura (1192-1333), Muromachi ( 1333-1573) y Momoyama (1573-1603).
  • Kinsei (o pasado reciente). Comprende el período Edo (1603-1867).

El nacimiento de la literatura nipona tuvo lugar durante el período Jōdai, momento en el que aparecieron las primeras canciones y poemas en japonés, claramente bajo el influjo de la vecina China. No obstante, la obra más antigua que ha llegado hasta nuestros días es una crónica histórica del país: Kojiki (o Memoria de los sucesos de la humanidad), en la imagen. Según el prólogo del libro, éste fue presentado por O no Yasumaro, basándose en una historia memorizada por Hieda no Are en 712. Meses más tarde, en 713, surge por decreto imperial Fudoki, que contenía datos geográficos del archipiélago y alusiones a sus tradiciones. Pocos años después, en 720, aparecería una obra de temática similar: Nihonshoki (o Anales de Japón). Ambos compendios convivieron en el tiempo con poemas en japonés de notable calidad artística. De ellos, unos 4.500 se recopilaron hacia 760 en el Manyōshū (o Colección de 10.000 hojas). Incluso hoy, la obra referida está considerada como la mayor antología literaria de la literatura nipona.

La segunda fase del período clásico, la etapa Chūko, se caracterizó, como apuntan Ferrer y Cañuelo (2002), por un claro protagonismo de las mujeres en la corte —una circunstancia similar, como afirma Folch (2005), a la acontecida durante la dinastía china Tang (618-907). Además, asiste al nacimiento del silabario hiragana, inspirado en los caracteres chinos, aunque más estilizados.

Durante esos años, destacó la prosa por encima de la poesía, mientras que la temática predominante fueron las escenas amorosas y las escenas cotidianas. En 905, comenzó a compilarse la antología Kokinshu (Poesías antiguas y modernas), que recogía algunas de las mejores composiciones escritas durante los últimos 150 años, y que constituye la primera antología del género poético waka. En cuanto a la prosa, cabe remarcar Ise-monogatari (Cantares de Ise), uno de los títulos clave de la literatura japonesa clásica. En él se describe la vida de la nobleza de Kyoto, la capital del país. Le siguieron Taketori-monogatari (Cuento del recolector de bambú), del siglo X, considerada como la primera obra novelística japonesa, y, a comienzos del XI, Makura No Soshi (Libro de la almohada), de la emperatriz consorte Sei Shonagon (966- ca. 1020), una colección de cuentos basados en el día a día de la autora y en sus sentimientos. Sin embargo, la obra más remarcable del período Chûko es Genji-monogatari (Romance de Genji). Fue escrita por la escritora nipona Murasaki Shikibu (ca. 978-ca. 1014) y, a lo largo de 4.000 páginas, relata la vida del hijo de un emperador japonés. Ya en los primeros compases del siglo XII, vería la luz Konjaku-monogatari (Cuentos de antaño), que incluía más de mil relatos chinos, indios y nipones.

Dentro del período Chūsei, conviene reseñar piezas como Heike-monogatari (Cantar de Taira), correspondiente a la primera mitad del siglo XIII. Escrita por monjes, se hace eco de las luchas internas en el seno de la familia Taira, instauradores del feudalismo en Japón. No obstante, la obra fundamental de la etapa que nos ocupa es Tsurezure-gusa, rubricada por el también monje Yoshida Kenko (1283-1350). Se trata de una serie de anécdotas, reglas palaciegas y reflexiones del autor. Asimismo, cabría referirse a la eclosión de un nuevo género dramático: el teatro , dirigido a las clases aristrocráticas. En el marco poético, a su vez, se compiló en 1205 por deseo de la corte Shin Kokin-wakashū (Nueva colección de poesía antigua y moderna). Consagrada al waka, es la octava de 21 antologías imperiales.

Finamente, ya en la etapa Kinsei, Japón se encontró aislado del mundo debido a un edicto imperial (la sakoku) de 1639, que prohibía los contactos de Japón con el resto del mundo (aunque China, Holanda y Corea —ésta por vía diplomática— continuaron relacionándose con el archipiélago). A lo largo del reinado de la dinastía Tokugawa, caracterizado por una gran estabilidad política y una floreciente prosperidad económica, surgieron nuevos géneros literarios, como el teatro de marionetas o kabuki, de corte popular, la poesía haikai (rebautizada a posteriori como haiku, de 17 sílabas) o, en lo que atañe a la novela, los llamados libros del mundo flotante o ukiyo-zōshi. A su vez, emergieron autores remarcables en los géneros poético, narrativo y literario. En poesía, brilló Matsuo Bashō (1644-1694), que elevó el haikai a su máximo esplendor, mientras que en ámbito del teatro kabuki hizo lo propio Kawatake Mokuami (1816-1893). En el campo de la novela, sobresalieron Kanagaki Robun (1829-1894), autor en 1860-1861 de Kokkei Fuji mōde (Peregrinaje cómico por el monte Fuji), y, sobre todo, Saikaku Ihara (1642-1693), artífice del relato erótico-constumbrista Hombre lascivo y sin linaje (1682). En lo que respecta a la historiografía no hay que obviar la figura del político y escritor Arai Hakuseki (1657-1725).